Estamos orgullos@s de compartir con tod@s vosotr@s la inmensa alegría que supone el haber ganado el Premio al Mejor Desenlace del Concurso de Cuentos Fantásticos organizado por la ACADEMIE de VERSAILLES.

L@s alumn@s de 1ère. de la Spécialité de Langues, Littératures et Cultures Etrangères en Espagnol han trabajado este año entorno al cuento fantástico y como Cervantes del siglo XXI se han puesto a escribir algunos. El resultado ha sido este premio.

Aquí os dejamos con una lectura que esperamos os deleite.

Nous sommes fiers de partager avec vous l’immense joie d’avoir remporté le prix du « meilleur dénouement » au concours du conte fantastique organisé par l’académie de Versailles.

Les élèves de 1ère de la spécialité de langues, Littératures et Cultures Etrangères en Espagnol ont travaillé cette année autour du conte fantastique, et comme des Cervantes du 21 éme siècle se sont mis à écrire des contes… Voici le résultat.. !

Un mundo demasiado perfecto

Eran las 5:20 de la tarde. El instituto estaba sumergido en la oscuridad y en el silencio. Una sola luz seguía encendida. La luz del aula de español. Había dos chicas que habían sido castigadas por la profesora de literatura española y que se vieron obligadas a quedarse una hora más en el instituto para hacer tareas de limpieza. Mientras la morena pasaba la escoba, la rubia limpiaba la pizarra, todo ello en un silencio embarazoso para las dos. Se odiaban y no se dirigían la palabra.

De repente, borrando el final de la pizarra, ésta se puso gelatinosa y el brazo de la rubia cruzó el muro blanco. Del asombro, la rubia retiró su brazo y miró a su compañera. La morena no se había dado cuenta de nada. Como no se hablaban y para ahorrarse saliva, decidió mostrarle como el brazo cruzaba la pizarra. La morena se asustó y se acercó para ver lo que ocurría. Queriendo saber lo que había del otro lado, quiso pasar el muro pero la rubia le dijo que en las películas siempre era una mala idea. Su compañera, acusándola de agua fiestas, pasó un pie. La rubia no queriendo pasar por ser una miedosa hizo lo mismo. Finalmente, se jugaron el todo por el todo y cruzaron la pizarra con miedo y angustia, pero la cruzaron.

Una vez del otro lado, todo era más o menos igual ; era de día y no de noche. No encontraban una razón para explicar lo que había sucedido, todo era demasiado raro. Decidieron echar un vistazo. Este lugar era distinto y al mismo tiempo familiar del que acababan de salir. En este lugar, la gente estaba en verano y no en invierno. Arriesgándose un poco más, se adentraron en la ciudad. Las dos chicas sentían que la atmósfera traía malas vibraciones. Algo extraño estaba por ocurrir pero las muchachas no sabían que. Todas las personas estaban alegres aquí, no era así en París. Las gentes eran amables, saludaban a todos, proponían su ayuda a cualquiera, no eran egoístas. Cuanto más se adentraban en las calles, más tenían la sensación de que algo no andaba bien.

La morena quería seguir paseándose mientras que la rubia quería regresar, como no quería quedarse sola, no tuvo otra opción que continuar al lado de la morena decidida. El miedo y la tensión se ampliaban a cada paso que daban. De un minuto al otro, la oscuridad de la noche había cubierto la ciudad bajo una espesa niebla. Un viento helado se elevó creando escalofríos y las dos muchachas se dieron cuenta que ya no quedaba nadie en la calle, las persianas de las casas estaban bajadas, las puertas cerradas, la luz de los faroles se había apagado. El pánico se había apoderado del cuerpo de las dos alumnas.

Pensando que era hora de volver y creyendo que estaban atrasadas sacaron sus relojes para ver la hora, pero éstos se habían detenido a las 6:00 de la tarde. Entonces, tomaron sus teléfonos para poder llamar a alguien que las viniera a ayudar pero, por mala suerte, el móvil no se encendía.

Algo detrás de ellas se había movido llamando su atención, pero no había nada, solo un gato saliendo de una basura. Tratando de recordar el camino que habían tomado para venir, tomaron las últimas calles por las que habían pasado. Fue en vano, todas las calles se parecían y el miedo no las dejaba pensar. Teniendo el sentimiento de que alguien las seguía, la rubia se dio la vuelta, pero seguía sin haber nadie.

Se detuvieron escuchando unos pasos, pero lo único que encontraron fueron las huellas de los pies de unos niños en la tierra. Se asustaron y empezaron a caminar más rápido. Una rama hizo que tropezaran y levantándose cayeron cara a cara frente a dos niños.

Era un niño y una niña, seguramente dos hermanos visto el parecido. Debían de tener cinco años, por su altura y sus caras de bebés. Los dos tenían el pelo de color rubio platino, pero lo que más asustó a las muchachas fue que la niña no tenía ojos, en su lugar había dos huecos negros como la noche. Al contrario, el hermano tenía los ojos blancos como la nieve. Nunca en su vida las chicas gritaron tanto. Se preguntaban en donde habían caído, que lugar era ése tan raro y tan horrible.

Al final de la calle pudieron percibir la entrada al pizarrón. Se levantaron y corrieron como nunca. Los niños como en una película de terror se dieron la vuelta despacio hacia la dirección por la cual se habían escapado las dos muchachas y caminaron lentamente hacia ellas. Las chicas subieron las escaleras que conducían a la pizarra. Subieron y frente a ella intentaron pasar pero no lo lograron. Intentaron una y otra vez pero no sirvió de nada, estaban atrapadas.

Se dieron la vuelta y justo abajo de la escalinata estaban parados los dos niños mirándolas. Subieron una a una las escaleras, el terror se podía notar en la cara de las chicas. Frente a los niños, las dos adolescentes se miraron.

Sabía la morena, sabía la rubia y sabían los dos hermanos lo que iba a suceder justo después. Los pequeños se acercaron a ellas e introdujeron sus manos dentro del pecho de la rubia y de la morena hasta sentir el corazón acelerado que todavía latía.

Al día siguiente, cuando la profesora entró en el aula de literatura española se detuvo frente a la pizarra. En ese muro blanco, vio las caras petrificadas del miedo de las dos chicas representadas en el lugar en donde había empezado su desgracia.

Elsa Langlois y Manuela Rostain
1ère. LLCER-Espagnol
Lycée Lucie Aubrac
COURBEVOIE